retrovisor
Y así, como un hallazgo casual, aparece una foto. Una imagen con más entendimiento que un recuerdo. La mirada fija en el retrovisor o, quizá, en algo más allá. ¿Quién sabe? Al fin y al cabo de esa fotografía hace ya diez años.
Los retrovisores, igual que el reencuentro con la instantánea, también se inventaron por casualidad. Fue una mujer, Dorothy Levitt, la primera, además, en ganar una carrera de coches, en 1903. Levitt escribió un libro sobre “la mujer y el coche” en el que se puede leer esta cita: “Las mujeres deberían colocar un pequeño espejo de mano en un sitio adecuado del coche y elevarlo de vez en cuando para poder mirar hacia atrás”.
Tal vez mirar hacia atrás, recordar, hacer memoria… Sea tan necesario como echar un vistazo al retrovisor mientras se va al volante. Ahí, puede que esté la respuesta. En esa década que comenzaba en el mismo instante en el que la cámara captó la imagen.
A veces, hay que prestar más atención. Los paisajes bonitos pueden distraernos de lo verdaderamente importante.
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